El tercer álbum de estudio de Vetusta Morla es más que ninguno de sus discos anteriores hijo de sus circunstancias, héroe y víctima de su proceso y su contexto. La banda enfrentó su composición en un periodo muy breve de tiempo y rodeada por un cúmulo de factores emocionales, sociales y políticos que en los últimos años casi todos han resumido con la palabra “crisis”. Uno de esos términos que, a fuerza de desgaste, pierden su carga semántica, haciendo necesaria la búsqueda de un sustituto para poder avanzar, para poder describir mejor la realidad personal o colectiva. Vetusta Morla ha encontrado esa alternativa en la Deriva.
La Deriva como tránsito intermedio entre un “crack” y un punto de llegada, casi siempre desconocido. La Deriva como como espacio donde el cambio y la transformación son posibles, asumiendo al mismo tiempo temores, miedos, nostalgias y esperanza por el tiempo que se aproxima. La Deriva como declive familiar, en una relación, en una comunidad o un país. La Deriva como descontrol sin nada ni nadie al mando, como cambio de rumbo, como violencia o calma, a merced de la Naturaleza, el azar o ciertos caprichos. La Deriva como experiencia que facilita la empatía, la identificación o los sentimientos compartidos de todos los que se ven inmersos en ella.
Hoy “La Deriva” cumple 10 años.
— vetusta morla (@vetustamorla) April 8, 2024
¿Dónde estabas entonces? pic.twitter.com/GPhpvg7fL9
Cabe destacar que el track de «La Deriva» formó parte del soundtrack de la tercera temporada de la exitosísima serie «La Casa de Papel», en una escena en la que una Tokio despechada baila esta canción mientras se emborracha con champagne.